Quand la lune tombe comme une enclume au-dessus de
nos têtes et que le bitume nous traîne dehors comme des coque-morts, la lune laisse apparaître le vrai visage des gens.

domingo, 30 de agosto de 2009

¿Somos los mismos? ¿o quienes somos? ¿quienes eran entonces los que sabían ver incluso a los invisibles?. ¿Qué nombres y qué apellidos animaron los cuerpos que tomaron la calle cuando la tomaron porque el dolor no era algo que pasaba afuera si no una mancha que crecía adentro? Una que había que mirar para controlar como crecía y para reconocerla en otros, los mismos, porque el miedo entonces era no ver, no ver la mancha oscura en otros ojos, no saber decir hermano estamos en la calle y en la calle nos queremos quedar porque es nuestra calle y porque en esta mancha pringosa todos tiramos nuestra mugre y si hay que lavarla primero tienen que ensuciarse los propios pies, las propias manos. Hubo un momento en que fuimos hermosos, hermosos y hermosas de voz fuerte y ojos despiertos. Dispuestos a ver más allá de las narices, a dar vuelta la olla y ponerla a tronar y volver a darla vuelta y dar de comer y sentarnos a la misma mesa rala y mal tendida. ¿Somos los mismos? ¿sabemos vivir entonces? ¿que artificio nos encandiló la mirada? ¿cómo volvimos a calzar el traje de la normalidad? ¿como hacemos ahora para creer que somos otros y que el dolor es pasajero si se pueden cerrar los ojos y no ver las cicatrices que permanecen bajo nuestros pies, en el mismo suelo que pisamos y que tan bien supimos maquillar de una cotidianidad que convierte en invisibles los cuerpos en la calle que una vez más nos rebelaron?. Si somos los mismos es porque hay otros. Y los otros son tan ajenos que podemos evitarlos. Están lejos, no gritan, no se ven. Unos de este lado con la luz artificial bien encendida. Otros afuera, en su intemperie que no es la nuestra aunque a veces ese aire frío se cuele por una esquina, en un semáforo, en alguna explosión tardía y a destiempo que evoca el tiempo en que fuimos los mismos.

Subiré al cielo, le pondré gatillo a la luna
y desde arriba fusilaré al mundo, suavemente,
para que esto cambie de una vez.